
Debe ser una de las micros más conocidas del Transantiago. Su fama se debe a que en las postrimerías del carrete, cuando ya la mayoría solo quiere su cama, el carrete llama nuevamente y lo hace en un escenario difícilmente explicable: una micro. La 210 da lugar otra vez al desenfreno de la noche y se transforma en el mejor after hour rodante. La fiesta improvisada, que a veces lleva sexo y drogas, también puede transformarse en un carrete inseguro y poco amistoso.