

“Los padres daban cualquier excusa para no pagar. De verdad, siento que se aprovecharon, fueron sinvergüenzas, y esta es la consecuencia, quedaron 56 familias sin trabajo”.
Ese es el relato de Andrea Llanos, quien hasta noviembre fuera asistente de Recursos Humanos y Finanzas del Colegio Pablo Apóstol, de La Florida, recinto particular pagado que hace algunas semanas anunció su cierre debido a los problemas económicos que enfrentó por la pandemia.
“Nos afectó el no pago de las mensualidades. Los compromisos que se hicieron nos los respetaron (…). Se entregaron cheques que al primer mes le pusieron orden de no pago, por no uso. Y nuestro ingreso era lo que mantenía al colegio (…). Tengo tres familias que deben 30 millones y el colegio tampoco era tan caro”, dice.
El adeudamiento de aranceles, que en este caso llegó al cierre del recinto.
En el Colegio Pablo Apóstol, Andrea Llanos dice que a noviembre había $ 220 millones de morosidad y que no saben cómo pagarán los finiquitos.
“Apelamos a la misericordia de los padres para que pagaran, porque sabíamos que el ingreso del colegio era para nuestros sueldos. Así y todo, los papás no pagaron. Ahora tienen que rematar el inmueble y de ahí pagarán los finiquitos”, dice.
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