Principio de los años noventa y la locomoción colectiva es el principal medio de transporte de la Región Metropolitana, específicamente las conocidas “liebres o micros”.
En ese contexto en la zona sur poniente de la comuna de La Florida, conocí a un amable personas que cada día trabajaba de manera esforzada como mecánico en la Línea Pedro de Valdivia Blanqueado, si esa misma que tenía un boleto de una Liebre o Conejo sujetando una bandera.
No recuerdo muy bien el nombre de ese señor que arreglaba los frenos de las máquinas (micros) y hacia diversos trabajo ligados a la mantención mecánica de estos vehículos que cada día transportaban a las personas a diferentes puntos de la capital. Solo se que todo el mundo le conocía como el “Gallo, Gallo”
La apariencia de “Gallo, Gallo”, era la de un hombre alto, de una piel morena por tanto trabajar bajo el sol y esa tierra que se mezcla con el aceite y el petróleo. Además, tenía unos ojos claros que reflejaban lo buena persona que fue con todos quienes socializaron en algún momento con el. A su vez su cabello mostraba sus primeras canas que eran las primeras huellas de años de esfuerzo y sacrificio en una dura labor
Su ropa de trabajo tenía las huellas de muchos años trabajando con la grasa, el petróleo y el aceite. Era por decirlo de algún modo su tenida de combate para afrontar la lucha laboral diaria.
Siempre recuerdo cuando bajo las micros gritaba “pise, suelte”, “frenelo, sueltelo niño”, en su diario trabajo de regular los frenos mientras tiraba la talla con los choferes que pasaban más tiempo recorriendo Santiago que en sus propios hogares.
No recuerdo muy bien cuando lo conocí, lo únicas cosas que recuerdo es que fui un pequeño ayudante de ese mecánico que en reiteradas oportunidades me tendió su mano solidaria de ayuda sin pedir nada a cambio.
Nunca olvido mi ropa manchada con aceite por apoyarme en las máquinas, cuando me pedía pasarle una llave o para alumbrar cuando quería ver las micros por abajo. Esos eran tiempos que pasamos comiendo pan con chancho y una Coca Cola de 350 CC en botella. También fue cuando las micros eran de colores y luego amarillas, cuando el valor del pasaje estaba entre los 90 y 110 pesos.
Cuando llegó el Transantiago perdí rastro de este gran amigo que posiblemente continuo la vida buscando un lugar para poder sobrevivir con su respetable oficio.
Hace años me enteré por gente que lo conoció que en un vehículo cayó sobre su cuerpo mientras estaba cumpliendo con su mantención, hecho que lo llevó junto con su alegría a llegar a los brazos del Señor.
Descansa en Paz Amigo Gallo Gallo